La rectorragia, también conocida como proctorragia, ocurre cuando sale sangre roja por el ano, puede ser sola o mezclada con las heces.
El color de la sangre por el ano puede tener diferentes tonalidades, desde un rojo brillante hasta un rojo oscuro. El color depende de cuánto tiempo transcurre para que la sangre llegue al exterior y también indica la ubicación del sangrado.
La rectorragia puede deberse a una hemorragia digestiva baja, cuyo origen se encuentra en el colon, por lo general. También puede deberse a una hemorragia digestiva alta, que indica un tránsito intestinal acelerado que impide la formación adecuada de heces.
La rectorragia se puede clasificar como aguda o crónica. Cuando es aguda, la pérdida de sangre puede generar enfermedades relacionadas con la sangre. La rectorragia aguda desaparece de manera espontánea en la mayoría de los casos. Cuando es crónica, el sangrado es poco, de manera intermitente, pero frecuente.
Las causas más frecuentes de la hemorragia digestiva baja son los divertículos (bolsitas en el colon o intestino grueso), las angiodisplasias (vasos sanguíneos frágiles e inflamados en el colon), las neoplasias (crecimiento anormal de tejido) y las colitis isquémicas (afectan al colon porque recibe sangre de manera insuficiente). Otras causas comunes de la hemorragia digestiva baja son las enfermedades anorrectales, como las hemorroides o las fisuras.
Primero, el médico debe realizar una valoración del estado general del paciente. Verifica la presión arterial, la frecuencia cardíaca, el color de la piel, mucosas y el estado de conciencia para estimar la gravedad de la rectorragia. Después, hace una palpación abdominal para ubicar masas o zonas dolorosas. Mediante una inspección anal y un tacto rectal, analiza la presencia de sangre, hemorroides externas o un tumor rectal.
El cáncer colorrectal, o de colon, ocurre en el intestino grueso (es decir, el colon) o en el recto, que es la última parte del colon. Entre los síntomas de este tipo de cáncer se encuentran la sangre en las heces y rectorragia, sobre todo, del tipo hemorragia digestiva baja. Sin embargo, existen otros síntomas del cáncer de colon, como dolor abdominal y alteraciones repentinas en el ritmo intestinal: pasar de estreñimiento a diarrea y viceversa. El cáncer colorrectal también está relacionado con la edad del paciente y los hábitos alimenticios. Si se tiene más de 60 años de edad y se consumen demasiadas carnes rojas o procesadas, existe un mayor riesgo.
La fístula (conexión anormal entre órganos o vasos) causa mucho dolor al defecar. Se caracteriza porque la sangre siempre va sobre las heces, nunca mezclada con ellas. De manera previa, el paciente afirma tener picor anal. El médico realiza un primer diagnóstico al examinar visualmente el ano del paciente.
El colon se puede estudiar a través de una colonoscopia completa. Por lo general, se necesita una sedación leve, ya que puede llegar a generar molestias. Este examen permite ver la mucosa del colon, identificar la lesión causante y examinar el sangrado.
En algunas consultas de atención primaria, el médico puede realizar una anoscopia para observar el ano y la parte baja del recto. Para esto, introduce un pequeño cilindro lubricado unos centímetros en el recto. El cilindro tiene una luz en el extremo para que el doctor observe toda la zona. La anoscopia identifica lesiones como fisuras anales, hemorroides, infecciones o inflamaciones, entre otras.
Evitar rascarse o frotarse las hemorroides para prevenir las infecciones. Mantener una buena higiene anal y no hacer esfuerzos al defecar. Es bueno crear hábitos para defecar todos los días a la misma hora, por ejemplo, después de desayunar o de comer. No sirve intentar por largo tiempo defecar si no se tienen ganas, ni reprimir las ganas de defecar.
Se aconseja añadir fibra a la dieta para tratar el estreñimiento, como zanahorias, brócoli, nueces, almendras, manzanas, ciruelas, avena, pan integral y arroz integral, entre otros alimentos ricos en fibra. Es importante beber dos litros de agua al día, evitar las comidas muy sazonadas y no consumir alcohol de forma excesiva. Es bueno hacer ejercicio de manera continua (por ejemplo, caminar todos los días 30 minutos), ya que combate el estreñimiento.
Si las hemorroides están en fase aguda, aplicar hielo o compresas frías, ya que el frío disminuye la hinchazón. Después, darse baños tibios, alternando con frescos en la zona dos o tres veces al día. Esta secuencia frío-calor alivia temporalmente el dolor por hemorroides externas. Utilizar papel higiénico suave para evitar irritarlas (hay toallitas comerciales especiales) o realizar la limpieza anal mediante baños con agua tibia.
Se debe solicitar atención de urgencia ante un sangrado rectal abundante y que no se puede detener, sobre todo si se acompaña de palidez, sudoración fría o mareos. También cuando existe sangrado de menor cantidad, pero continuo y que no está relacionado con las defecaciones. O ante la aparición de sangrado importante, asociado a un intenso dolor abdominal, fiebre elevada o malestar general. Estos casos son excepcionales. Si el paciente presenta un sangrado escaso y en relación a la defecación, se puede realizar la evaluación por vía ambulatoria.
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