La rodilla del corredor

Al síndrome de la cintilla iliotibial también se le denomina rodilla del corredor y es una lesión por sobreuso que afecta a la banda iliotibial. Se caracteriza por la aparición de dolor en la cara lateral de la rodilla, donde se produce una fricción entre la cintilla y el epicóndilo lateral. Es muy frecuente en los corredores de media y larga distancia pero no es exclusivo de ellos. También aparece en ciclistas, remeros y otros deportes.

Algunas nociones de anatomía

La cintilla iliotibial es la expansión distal de la fascia lata, que se origina en el trocanter mayor por la fusión de la fascia del tensor de la fascia lata, glúteo mayor y glúteo medio. En la parte distal la cintilla se bifurca en dos componentes: la banda o tracto iliotibial (se inserta en la tibia sobre el tubérculo de Gerdy, con expansiones a la cabeza del peroné) y a banda iliorrotuliana. En esta zona existe una hiperplasia del tejido sinovial de la articulación que actúa como una almohadilla o bursa, facilitando el deslizamiento de la cintilla, pero cuando se daña o inflama provoca dolor.
La cintilla da soporte al músculo vasto lateral, uno de los vientres musculares del cuadriceps, y ayuda en la estabilización lateral de la articulación de la rodilla y la estabilidad de la rótula.
Durante los ciclos de flexión y extensión de la rodilla (correr, bici, remo, elíptica...) el tensor de la fascia lata y la cintilla iliotibial ayudan a la estabilidad de la flexión de la cadera y rodilla, y sus posiciones se van compensando. Las actividades con carga y flexo-extensión repetidas aumentan la fricción de estas estructuras y pueden provocar su inflamación o su deterioro.

La causa de esta lesión son multifactoriales

Se piensa que el problema empieza en los músculos abductores de la cadera, que por debilidad o fatiga no estabilizan la pelvis. Otras estructuras intentan compensar. A esto podría sumarse un exceso de pronación del pie, para conseguir una aproximación y rotación interna adecuada de la pierna, iniciando el mecanismo de sobrecarga y lesión.
Entre los factores predisponentes se han postulado algunos intrínsecos: banda tibial retraída, torsión tibial interna, genu varo, pronación del retropie, mediopie y anomalía en el despegue del pie, debilidad de los abductores de la cadera y diferencias de longitud de las extremidades; y factores extrínsecos: sobreentrenamiento, calzado inapropiado y terreno duro e irregular.

Los síntomas

El dolor es, generalmente, mecánico y aparece sobre todo al correr o al subir y bajar escaleras. Puede acentuarse al correr cuesta abajo o a ritmos lentos, porque aumenta el roce de la cintilla en estas situaciones. La exploración de las piernas puede demostrar alguna de las alteraciones predisponentes reseñadas. Los pacientes tienen dolor con la presión sobre el epicóndilo femoral lateral y otros puntos gatillo en la cara lateral del muslo, sobre la fascia lata, que suele tener signos clínicos de rigidez.

La exploración clínica es la base del diagnóstico

Es fundamental tener presente este cuadro clínico para no confundirlo con otros más habituales.
La exploración de las estructuras de la rodilla es normal.
Las pruebas de imagen no son fundamentales pero pueden estar indicadas. Las radiografías (para descartar otro tipo de lesiones asociadas), la resonancia magnética, la ecografía de alta resolución y, para los casos en que sospechemos displasias patelofemorales, el escaner o TAC nos permitirán establecer el diagnóstico y descartar otras lesiones como la tendinitis del bíceps femoral y del poplíteo, bursitis prerrotuliana, condropatía rotuliana, síndrome de hiperpresión lateral rotuliana, displasias patelofemorales o lesiones del menisco externo. Las telerradiografías nos permitirán objetivar alteraciones de los ejes de las piernas

El tratamiento

El tratamiento inicial, en los cuadros mas leves o en las fases de reagudización, será el reposo relativo, la modificación de los ejercicios y el frío local (2-3 veces al día) o el uso de antiinflamatorios no esteroideos.
No se aconseja el reposo absoluto en las fases iniciales, sólo limitar las actividades y maniobras dolorosas. Esto incluye la modificación de la actividad, estiramientos y un programa de ejercicios de propiocepción y de potenciación para la musculatura glútea.

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