La tartamudez es un trastorno del habla que consiste en una alteración del ritmo y la fluidez verbal, que se caracteriza por repeticiones indeseadas de sílabas, palabras o frases, acompañadas de interrupciones de la conversación, que producen angustia y son difíciles de controlar.
También se la denomina "disfluencia en el habla" y es un trastorno de la comunicación (no un trastorno del lenguaje) que se caracteriza por interrupciones involuntarias del habla que se acompañan de tensión muscular en cara y cuello, miedo y estrés.
El origen de la tartamudez está en la falta de coordinación de los movimientos periféricos del habla, pero no se conoce su causa. Esta afección, al igual que el resto de las alteraciones del habla, tiene una mayor incidencia en los varones (cuatro veces más que en las mujeres). Se manifiesta normalmente entre los tres y los seis años. Cuando se inicia en la edad adulta suele estar relacionada con un acontecimiento traumático o una lesión en el sistema nervioso.
Probablemente no se trate de una sola causa sino que la tartamudez se debe a un conjunto de causas que interactúan entre ellas como factores genéticos, orgánicos, psicógenos, la zurdera corregida, trastornos emocionales...
La tartamudez empieza habitualmente entre el segundo y cuarto año de vida, aunque se suele confundir con las dificultades propias de la edad a la hora de hablar. Al final, solo uno de cada 20 niños acaba tartamudeando y muchos de ellos superan el trastorno en la adolescencia. Menos del 1% de los adultos tartamudea.
Es la que se produce cuando el niño está aprendiendo a hablar. En esta etapa es habitual que repitan sonidos, sílabas y palabras, especialmente en el inicio de las oraciones. El niño tiene muchas ganas de comunicarse, pero su pensamiento es mayor que su fluidez verbal y cuando no recuerdan el nombre de un objeto, por ejemplo, pueden repetir sílabas o una palabra hasta que consiguen encontrar el término adecuado ("Qui-qui-qui-quiero el coche").
La disfluencia normal es más frecuente cuando el niño está emocionalmente alterado (muy contento o enfadado), cuando está cansado, o si le presionan para que hable. También puede desaparecer y reaparecer semanas o meses después. En el caso de disfluencia normal, además, los niños no suelen reparar en sus errores, o no les dan importancia, por lo que no se sienten frustrados ni avergonzados.
A diferencia de la disfluencia normal, que aparece y desaparece, la tartamudez leve sigue un patrón más regular. Puede que solo se presente en determinadas situaciones, pero probablemente se repetirá siempre que surjan esas mismas situaciones, y el niño suele avergonzarse y sentirse frustrado cuando le ocurre.
En los casos de tartamudez grave la disfluencia del lenguaje se produce muy a menudo, y el niño se muestra tenso y, en ocasiones, evita hablar por miedo al ridículo. Es más frecuente entre los niños mayores, pero puede aparecer en cualquier momento entre los dos y los siete años, tras un periodo de tartamudez leve, o de repente, sin que existan antecedentes.
La tartamudez puede ser clónica, tónica, o mixta
Los signos que pueden alertar a los padres de la existencia de un problema de tartamudez que debe valorar un especialista son:
Para diagnosticar la tartamudez se precisa la destreza de un patólogo del habla y el lenguaje (también llamado en español logopeda, fonoaudiólogo, terapeuta del habla o foniatra)
La tartamudez es un trastorno del habla muy relacionado con el entorno de la persona afectada. De momento no existe ningún tratamiento capaz de eliminar el problema, y la terapia debe ir orientada a mejorar la calidad de vida del paciente. Aunque es importante recordar que detectarlo a tiempo ayuda mucho a corregir el problema.
Respecto a los padres o maestros, es conveniente remodelar el ambiente en el que se desenvuelve el niño para disminuir los episodios de tartamudez en la medida de lo posible, y que el menor se sienta relajado y cómodo para expresarse, sin miedo a hacer el ridículo o ser evaluado y criticado.
No conviene corregirle si se traba, ni meterle prisa, hay que dejarle hablar con tranquilidad, y centrándose en el contenido de lo que dice y no en la forma en la que lo dice.
La mayoría de los programas de tratamiento para las personas que tartamudean son de "comportamiento." Están diseñados para enseñar a la persona destrezas o comportamientos específicos que le ayuden a obtener una mejor comunicación oral.