Infecciones urinarias comunitarias del bebé y del niño

Estas infecciones pueden crear cicatrices renales que, a largo plazo, acarrean hipertensión arterial y afectación renal. Además, la resistencia a ciertos antibióticos aumenta, por lo que su indicación debe ser cuidadosa.

Infección urinaria en bebés por Escherichia coli

La infección urinaria es una de las más frecuentes en los bebés. La bacteria E. coli (Escherichia coli) es la responsable de la mayoría de estas infecciones. Ya que se trata de una infección por bacterias que se encuentran en la orina y puede afectar a diferentes zonas del aparato urinario (riñones, uréteres, vejiga o uretra). Cuando la infección se localiza en los riñones se llama pielonefritis y cuando solo se encuentra en la vejiga se habla de cistitis.

Síntomas de infección urinaria en bebés

El diagnóstico puede ser complicado porque esta infección en los bebés no se manifiesta con los mismos síntomas que en los adultos. En los bebés puede aparecer sueño excesivo, decaimiento o irritabilidad, falta de apetito, vómitos, ictericia intensa (color muy amarillo de la piel), falta de incremento de peso, fiebre o hipotermia inferior a 35º C. El diagnóstico se hace a través del análisis de orina (sedimento y cultivo). Cuando se sospecha una afectación del riñón también se debe realizar un análisis de sangre para encontrar un aumento de los leucocitos o la proteína C reactiva (PCR).

Infección urinaria en bebés recién nacidos

En cuanto al tratamiento, los bebés de menos de 1 mes, casi todos los menores de 3 meses y los mayores de 3 meses muy enfermos deben ser hospitalizados para recibir tratamiento con antibióticos intravenosos durante los primeros 3 a 5 días, es decir, hasta que desaparece la fiebre y mejora el estado general. Después se pasa a la vía oral hasta completar un total de 10 a 14 días. Los bebés de más de 3 meses con poca afectación del estado general y que tomen bien los medicamentos por boca pueden recibir tratamiento en casa durante unos 10 días con antibióticos.

Infecciones urinarias recurrentes en niños

Cuando el niño tiene dos o tres episodios de infección urinaria por año, hay que buscar las causas. La causa más recurrente (1 de cada 3 casos) es el reflujo vesicoureteral (RVU), que consiste en un flujo anormal de orina desde la vejiga que regresa hacia los uréteres. En la mayoría de los casos, es una anomalía presente desde el nacimiento.

Reflujo vesicoureteral en bebés

El diagnóstico se realiza a través de una cistouretrografía retrógrada, que es una radiografía de la vejiga. El RVU puede tener 5 grados de gravedad, que van desde el 1 hasta el 5. El tratamiento hasta el grado 2 consiste en dosis bajas de antibióticos para prevenir el desarrollo de infecciones y en el entrenamiento de la vejiga. Cuando se trata de los grados 3 a 5 se recomienda la cirugía.

Orina fuerte en niños

Un olor fuerte o maloliente de la orina puede ser síntoma de una infección urinaria, por lo que se debe pensar en este posible diagnóstico cuando sea detectado en el bebé.

Cómo detectar una infección urinaria

En los bebés, el diagnóstico es particularmente difícil. Este hecho puede tener dos consecuencias principales: diagnósticos por exceso que implica la prescripción de antibióticos y exámenes innecesarios; o diagnósticos tardíos que exponen a complicaciones que pudieran ser graves a largo plazo como la septicemia, los abscesos o la aparición de cicatrices renales.

Cistitis aguda

La cistitis aguda es una afección benigna, sin gravedad. En las niñas de más de 3 años, los signos que permiten establecer un diagnóstico clínico son esencialmente la disuria (dolor al orinar), el escozor durante la micción, el llanto mientras orina, las ganas imperiosas de orinar, los dolores hipogástricos, las fugas urinarias y la fiebre moderada (ausente, a veces).

Pielonefritis aguda en niños

Es una infección urinaria de origen bacteriano, que puede ser la causa de lesiones renales. En niños pequeños y bebés, los signos para establecer el diagnóstico clínico son una fiebre inexplicable, los trastornos digestivos y una alteración del estado general. En niños más grandes, los síntomas para establecer un diagnóstico clínico son los signos urinarios de una cistitis, una fiebre elevada (mayor a 39 °C) y los dolores lumbares o abdominales.

Qué significa sedimento en la orina

En cuanto a los exámenes complementarios, para establecer el diagnóstico en un niño con fiebre y sin signos urinarios se puede realizar una tira reactiva. Si es positiva se practica el sedimento de orina y un cultivo. Si es negativo no se trata. En caso de que los signos urinarios estén presentes, se practica un sedimento de orina y un cultivo: si es negativo, no se trata. Si es positivo se debe iniciar tratamiento con antibióticos.

Para evitar la contaminación al momento de practicar un sedimento y un cultivo, se debe recoger la orina en medio de la micción (permiccional), de preferencia.

Tratamiento con medicamentos para infecciones urinarias en niños

En cuanto a los tratamientos se ha detectado una gran resistencia (50 %) a las penicilinas A y una resistencia del 20 % al cotrimoxazol.

Para la cistitis aguda, a partir de los 3 años, se puede escoger cotrimoxazol en dos tomas diarias o cefixima 8 mg/kg en 2 tomas al día (en caso de resistencia, intolerancia o contraindicación al cotrimoxazol). Se recomienda una duración del tratamiento de 3 a 5 días en los niños. No es necesario practicar sedimento y cultivo de control.

Mientras que para la pielonefritis aguda, el tratamiento aconsejado debe durar entre 10 y 14 días. Incluye una fase de ataque por vía inyectable y después un tratamiento oral de relevo. Para los niños de menos de 3 meses o con signos clínicos de infección severa, se recomienda la hospitalización. Se aconseja efectuar un examen clínico entre las 48 y 72 horas después del inicio del tratamiento.

En el tratamiento de ataque durante 2 a 4 días, se puede prescribir ceftriaxona 50 mg/kg en una inyección única al día; cefotaxima (hospitalización) 100 mg/kg en 3 o 4 inyecciones; aminoglucósidos (gentamicina en dosis de 3 mg/kg en una inyección diaria única) o en asociación con cefalosporinas, en casos de pielonefritis severas en niños menores de 3 meses, uropatía malformativa, síndrome septicémico, inmunodeprimido. También puede ser monoterapia (en caso de alergia a las betalactámicos) o en asociación con la amoxicilina (100 mg/kg en 3 o 4 inyecciones), en caso de infección por enterococos.

En cuanto al tratamiento de relevo (por vía oral), se puede prescribir el cotrimoxazol (contraindicado antes del mes de edad); la cefixima (a partir de los 6 meses y en función de los resultados del sedimento y cultivo); el ciprofloxacino (en el niño prepúber, en caso de resistencia a las otras familias de antibióticos); o las fluoroquinolonas (para el adolescente púber).

Infecciones urinarias recurrentes

Al haber recurrencia de la infección urinaria se debe realizar una valoración integral e investigar factores de riesgo para manejarlos adecuadamente. Puede haber un problema de malos hábitos higiénicos, flujo vaginal, estreñimiento, retención voluntaria de orina, exceso de calcio en orina o hipercalciuria (en orina de 24 horas) o reflujo vesicoureteral.

También hay que investigar el subgrupo sanguíneo P1, que en nuestro medio se relaciona con 9 de 10 posibilidades de tener E. coli K1, afinidad uroepitelial con o sin reflujo vesicoureteral. Asimismo, hay que descartar una vejiga o detrusor inestable con urodinamia, en caso de enuresis (orinar involuntariamente) en niños de más de 4 años de edad.

En los casos de infección urinaria no complicada, el niño tiene fiebre, no parece estar demasiado enfermo, puede ingerir líquidos y medicamentos. Si hay deshidratación, es mínima y es predecible que los cuidadores cumplan con las órdenes médicas. Como factores de riesgo está la retención vesical, el estreñimiento o la vulvovaginitis (infección de la vulva y la vagina). En estos casos, se prescribe cefuroxima axetil, cefaclor, cefalexina o cualquiera de los demás antibióticos usados en las infecciones urinarias sin compromiso sistémico.

En caso de infección urinaria complicada aparece fiebre alta y cuadro de enfermedad clínicamente tóxico con vómitos persistentes, deshidratación moderada o intensa. Hay que tener en cuenta la posibilidad de que los cuidadores no cumplan con las órdenes médicas. Se presentan con factores de riesgo dentro de las vías urinarias como reflujo vesicoureteral (RVU) y uropatía obstructiva, anatómica o funcional.

Se debe mantener la orina estéril hasta que ceda el RVU comprobado con dos cistografías normales con intervalo de un año. Es importante hacer una profilaxis continua a dosis bajas con antimicrobianos conocidos, parcial de orina y urocultivo cada tres meses, micciones frecuentes y en dos tiempos, control de flujo vaginal y estreñimiento, dieta líquida abundante, integración de la familia al tratamiento y un control imageneológico anual con ecografía renal, gamagrafía DMSA y DTPA.

Amoxicilina para infección urinaria en niños

Las infecciones urinarias en los niños deben tratarse con antibióticos. Cuando los síntomas iniciales desaparecen, es muy posible que el médico prescriba antibióticos en dosis bajas. Los antibióticos que más se utilizan en niños en estos casos son la amoxicilina, cefalosporinas, doxiciclina, nitrofurantoína y trimetoprim. En niños que padecen este tipo de infecciones de forma repetida, es posible que el pediatra indique un tratamiento con antibióticos durante largos periodos de tiempo.

Pero hay que tener en cuenta un estudio pediátrico sobre las resistencia de la E. coli a los antibióticos para las infecciones del tracto urinario: las tasas de resistencia detectadas eran de un 45 % para ampicilina y 31 % para trimetoprim sulfametoxazol, ambos agentes de primera línea comúnmente utilizados para este tratamiento en niños.

Foto: © Stephen Mcsweeny – 123RF.com

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